viernes, 20 de julio de 2007

HACIA UN ENFOQUE COMUNICATIVO PARA LA ENSEÑANZA DE LA LENGUA MATERNA Y LA LITERATURA

La enseñanza de la lengua materna y la literatura reclaman como los demás saberes un enfoque teórico que justifique, oriente y determine todas sus prácticas. Hoy no es concebible el empirismo, el espontaneismo o la arbitrariedad del pasado. Todo lo que se haga en el desarrollo curricular debe tener un sustento, una razón, una explicación a la luz de una teoría.

La enseñanza de la lengua materna y la literatura fue hace poco
orientada sólo por unos criterios normativos, prescriptivos, retóricos
que más que posibilitar un ejercicio pleno de la lengua y un conocimiento y disfrute de lo literario, generaron el marginamiento,
la pasividad, la actitud vergonzante en el alumno. Hacer uso de la lengua fue para el estudiante no la oportunidad de ensayar o demostrar una competencia y una habilidad, sino sólo una ocasión para la comparación, la calificación, la sanción. Este enfoque puede ser reconocido en la historia de las aproximaciones teóricas para la
enseñanza de la lengua como un enfoque tradicional, pues fueron y son muy pocos los aportes que generó al ejercicio dinámico de la habilidad comunicativa. Muchos de nosotros somos sus sobrevi
vientes, pues si algo aprendimos de la lengua materna y la literatura no fue gracias a él, sino a pesar de sus exigencias e impedimentos .

En los últimos años, producto de los avances de la lingüística con todas sus derivaciones y niveles de composición e interés, de los
avances de la psicología educativa, de la filosofía del lenguaje, de
la biología humana y de los cambios sociales y culturales, han aparecido nuevos criterios que justifiquen el quehacer pedagógico
en torno a la enseñanza de la lengua materna,

Dependiendo del auge de cada componente de la lingüística y de cómo nos llegan las innovaciones en esta materia, se han planteado determinados criterios. Después de la gramática tradicional emergió
entre nosotros la descripción estructural de la lengua. La lengua

empieza a tomarse como un conjunto cerrado, un sistema. Hay
que describirla entonces como un grupo de estructuras, elementos,
reglas que la hacen funcionar. Empezamos a hablar de lenguaje
como sistema de códigos, lengua, habla, signo, significado, signifi
cante, fonema, letra, emisor, receptor, canal, mensaje.


Este nuevo enfoque en la enseñanza de la lengua se reforzó con los aportes que a la concepción de ésta propuso también la llamada
gramática generativa. Aparecen entre nosotros los conceptos de innatismo, competencia, actuación, relaciones sintagmáticas y paradigmáticas, y una nueva discusión: la lengua se aprende o se adquiere. Los conceptos relativos a idioma quedan atrás y el lenguaje se concibe como una de las grandes facultades humanas,
que se tiene que desarrollar no por la simple imitación, sino por la activación exterior y permanente de una competencia innata. Los
libros de texto se llenaron de arbolitos, sencillos para los formuladores de la teoría, pero incomprensibles e inútiles para
alumnos y maestros que repiten siempre los mismos ejemplos tomados de una lengua extraña y que en nada se sienten identificados en sus prácticas verbales cotidianas por los nuevos enfoques.

A comienzos de la década pasada [1980] surge un enfoque de la
lengua de tipo funcional y significativo. Al abordar la lengua no
nos debemos quedar en la simple descripción de las estructuras,
niveles y elementos que la componen, sino que hay que pensar la
función que cumplen las palabras, los contextos en que se usa la lengua, los usos regionales, dialectales, personales. La lengua desde esta perspectiva es una herramienta que el hombre tiene para representarse el mundo y para interactuar en el. Los criterios que van a marcar la pauta no son solamente los sintácticos, sino los semánticos y pragmáticos. No se trata tanto de si está correcto o no, sino por qué se utilizó tal expresión.

El enfoque funcional, semántico y comunicativo se convirtió entre
nosotros en un valioso aporte para la enseñanza de la lengua porque ubicó a esta como el recurso fundamental que el hombre tiene para representar, construir, significar el mundo. Desde esta perspectiva la lengua es la mayor y más perfecta oportunidad que
el hombre tiene de construir sentido en el mundo y comunicarlo.
Aunque este enfoque de la lengua es el que más ha primado en la concepción de los currículos para la enseñanza de la lengua materna, pues retomado incluso como enfoque oficial, han aparecido otros criterios que tienden a reforzarlo o a dotarlo de metodologías que mejoren el proceso de las habilidades comunicativas.

Entre estas nuevas perspectivas aparece la de la lingüística textual
que concibe el ejercicio de la lengua no como la simple formulación de enunciados entre emisores y receptores en determinados contextos, sino que ubica las prácticas lingüísticas en perspectivas más complejas. Para la lingüística textual el mundo ya no es un simple conjunto de representaciones por medio de signos, sino que es una gran pluralidad de textos, una globalidad de discursos.

Discursos que pueden estar en forma de narraciones o formalizaciones y la competencia comunicativa del sujeto estará medida por la habilidad para distinguir las estructuras genéricas de cada uno de esos textos. Las funciones lingüísticas se multiplican pues en esta concepción no se trata de encontrar un simple significado en un enunciado, sino de aplicar diferentes reglas para generar nuevas experiencias de comunicación, partiendo de los esquemas, discursos, que haya tanto en el emisor como en el receptor.

También en la última década emergió con fuerza la llamada semiótica de la recepción ponderando el papel activo que todos podemos cumplir en las prácticas lingüísticas y en el mundo de signos que habitamos. Cada quién, maestro-alumno , emisor-receptor, lector-escritor es un mundo complejo de signos, y es desde la formación enciclopédica de cada uno, desde donde se pueden cumplir las diversas formas de la interacción. Los signos en torno a los cuales vivimos los podemos construir, comprender, recrear, interpretar. Todo dependerá de nuestro nivel de competencia y necesidad.

Lo que se aprecia entonces es que la enseñanza de la lengua y de la literatura ha sido orientada en determinados momentos por criterios parciales. Durante siglos el enfoque que primó fue el de las normas del buen decir, la preceptiva. Más tarde la lingüística estructural coloca el énfasis en el código. Años después a estas descripciones del código se agregó el estudio de las condiciones que permitían su existencia y el énfasis se coloca en el estudio de las reglas que generan la competencia . Pero al mismo tiempo se proponen por parte de otros enfoques otros criterios parciales: los enfoques sociales y culturales del lenguaje; el énfasis se traslada pues al contexto. En los últimos tiempos los énfasis están puestos en la construcción de modelos y metodologías para mejorar la condición del emisor o del receptor, o para interpretar bien un mensaje. Todos proponen de alguna manera una mirada sesgada para la enseñanza de la lengua .

La propuesta entonces es integrar esos distintos enfoques y abordar la enseñanza de la lengua y la literatura desde una perspectiva plural, diversa, interdisciplinar. Para esto lo primero que hay que hacer es formular una concepción del hombre, y el hombre no puede ser concebido solamente como un ser que habla. El hombre es también el producto de unas relaciones y unas condiciones sociales, de unos hábitos, unas costumbres, unos roles, unos valores. El hombre es producto de una tradición, un deseo, unos conflictos. El hombre es un ser que habla de manera compleja. Quizá la complejidad no estaría propiamente en lo humano, sino que lo humano sería el producto, el efecto, el resultado, la consecuencia de todo un gran conjunto de sistemas complejos.

Hoy se busca pues un criterio que pueda integrar todas estas circunstancias que cruzan lo humano. Este criterio, este concepto integrador de complejos sistemas es la comunicación. Comunicar es mucho más que producir oraciones, que encontrar sentidos, que construir significados, que interactuar, que participar, persuadir, interpretar, comprender, reconstruir, crear. Comunicar es mucho más que expresar posiciones de clase, raza, género, credo, oficio. Comunicar es mucho más que hacer uso de habilidades y competencias, codificaciones y decodificaciones. Comunicar es mucho más que hablar, escuchar, leer, escribir, atender, usar, consumir, educarse, recrearse.
La comunicación aparece entonces como un superconcepto. Como un concepto de conceptos. Algunos lo definen como el concepto mayor de la sociabilidad humana.
“ La comunicación sostiene y anima la vida.
Motor y expresión de la
actividad social y de la civilización, ha llevado a los
hombres y a los pueblos desde el instinto hasta la
inspiración, de impulsos y de control. Fuente común de
la cual se toman las ideas, fortalece mediante el inter
cambio de mensajes el sentimiento de pertenecer a una
misma comunidad. “
( UNESCO. Un mundo de voces múl
tiples. 1981. Pag l9 )


Pero la comunicación no ha llegado a ocupar contemporáneamente tal trascendencia de manera gratuita. Históricamente se puede demostrar que la preocupación por ella ha estado presente en otras épocas.


La filosofía, en palabras de Platón, había expresado su preocupación por los asuntos de la comunicación cuando manifestaba sus reservas con respecto a la escritura, o al papel disociador de los poetas en la ciudad, o al roll de los sofistas en los terrenos de la verdad. También Aristóteles expresó sus reservas
sobre cuál era la función de la retórica y de la oratoria: la persuasión o la manipulación. En la concepción agustiniana aparecen preocupaciones por la comunicación en la medida en que plantea que la vida humana no es más que una posibilidad de dialogar y acceder a la trascendencia. La filosofía moderna, con su credibilidad en la razón pondera el valor de medios como el libro
y la enciclopedia como instrumentos al servicio de la ilustración. La filosofía contemporánea, desde Marx, con su defensa de los medios de comunicación al servicio de una clase, o de los críticos de ellos desde Nietzsche hasta Adorno, Horckheimer, Marcuse, o los filósofos del lenguaje, o del diálogo y la hermeneútica como Gadamer o del hombre hacedor de símbolos en Cassirer. Y por último Habermas, cuando como ningún otro encuentra que la comunicación es el camino para integrar las prácticas y las teorías, para superar los conflictos y las alienaciones. La comunicación es la opción para estar en el mundo y transformarlo.

La comunicación surge hoy como concepto integrador ante la imposibilidad reduccionista de los conceptos de las otras ciencias y de la filosofía misma. Todos los otros saberes tienen objetos y conceptos restringidos. La comunicación por el contrario es la posi
bilidad de acceder a la generalidad, a la abstracción, a la integración y a la asimilación de todos ellos.


Según Habermas el hombre dispone contemporáneamente de tres paradigmas para acceder a un conocimiento confiable: las ciencias experimentales, las ciencias hermeneúticas y las ciencias críticas. La comunicación puede integrarlas teórica y prácticamente a todas tres. Por esto la comunicación puede considerarse como el paradigma de los conocimientos en la actualidad.

Como gran concepto agenciador la comunicación tendrá pues que incluir o manejar muchos ejes, saberes, conceptos. Por ejemplo no se puede desconocer la reflexión que la filosofía ha hecho del valor del lenguaje y de la comunicación para la fundamentación de lo humano. Igualmente la comunicación tiene que conocer el avance
Biológico del estudio del cerebro y de los centros del lenguaje. Así mismo y no obstante plantearse por parte de algunos teóricos que la comunicación es un acto consciente, voluntario, previsible, no podrá ignorares el papel del deseo, de las pulsiones, de los afectos, de las pasiones, en las actividades comunicativas. La lingüística con todas sus derivaciones es el campo hasta ahora mejor representado en el interés de la comunicación. Debería pensarse no tanto en el componente de moda, sino en la explicación eficaz que pueden brindar a las necesidades comunicativas y pedagógicas del medio.
El análisis culturológico, simbólico, debe también aprovecharse, porque al igual que la comunicación concibe al hombre de manera integral. El hombre no es sólo cognición, también es y al mismo tiempo: lenguaje, afecto, pasión, costumbre, rito, tradición, voluntad,
mito, discurso. Los estudios sociales del lenguaje son ya conocidos en nuestro medio, pero no bastaría con detectar cambios en el significado por efecto de las condiciones de clase, por moda, o por exclusión. Tenemos ya una sociolingüística saturada en lo evidente.
Un enfoque comunicativo del lenguaje debería servir para divulgar todos los aportes realizados por la psicología del lenguaje y la psicolingüística para iluminar sobre el uso de las mejores estrategias para cualificar la habilidad comunicativa, el aprendizaje de otros sistemas de códigos, la superación de las patologías lingüísticas y de los procesos comunicativos y en general la cualificación de los procesos de significación, interacción, expresión.También el enfoque comunicativo debe integrar
en sus preocupaciones la didáctica de los medios, desde los más simples hasta los más complejos y sofisticados, pero superando el simple uso, la habilidad operatoria, analizando las condiciones de su producción, sus efectos, sus consecuencias.




El enfoque comunicativo y las habilidades comunicativas.

Un enfoque comunicativo de la lengua y la literatura debe estar atento a cómo se conciben, enseñan, desarrollan, evalúan, pro
mueven, animan, las habilidades comunicativas: Hablar, Leer, Escuchar, Escribir.

La enseñanza de la expresión oral desde una perspectiva comunicativa tiene que superar los enfoques prescriptivos, que a veces sólo se quedan en repetir el modelo oral que transmite el profesor, en corregir vicios de dicción, en lugar de permitir la expresión, la verbalización, la interacción permanente, la recreación del mundo por medio del uso activo de la habilidad comunicativa.
Un enfoque comunicativo del habla tiene que ponderar el valor y la riqueza de la tradición oral, tiene que crear condiciones para que fluya la palabra de esa tradición, cuyo vocero e interprete es el niño y el joven. Antes de cualquier otra habilidad hay que permitir que se fortalezca la palabra oral, que el niño se tenga confianza, que exprese su concepción, su visión, su construcción del mundo por medios orales.

Este ejercicio de la palabra oral por parte del niño y el joven debe perderle el miedo a los controles disciplinarios de la escuela.
Simplemente generar condiciones para un ejercicio racional, humano de la palabra. La escuela debe ser como ningún otro, el
Lugar donde se puede hablar sin temor a la sanción, al castigo,
al equivoco, al ridículo, al reproche.

Un enfoque comunicativo de la lectura tiene que superar las concepciones empiristas e instrumentalistas de esta habilidad.
Leer no es natural. Leer no es una actividad sencilla. Leer no es
Fácil. Leer es una actividad compleja. Leer no es entonces aprender a repetir letras, marcas, códigos, señales. Leer es comprender, valorar, significar, interpretar el mundo. Leer es reunir elementos para situarse en el mundo; para conocerlo, recrearlo, transformarlo. No se lee pues nunca en el vacío, leemos desde lo que somos: niños, jóvenes, adultos. Leemos de muchas maneras y por muchas razones. Leer y enseñar la lectura comunicativamente es tomarse en serio la lectura.



Escribir desde una perspectiva comunicativa es dejar de concebir esta habilidad como una técnica o una tecnología. Se puede ser un escritor sin saber escribir. Está bien que se insista en los modelos de letra, en las normas para agruparlas, en la coherencia y la cohesión con la que se deben relacionar las palabras, las frases, las
estructuras gramaticales, pero lo fundamental debe ser siempre lo que se quiera decir, expresar, informar, comunicar por medio de las palabras o de los códigos empleados. Una perspectiva comunicativa de la escritura, debe ponderar la importancia de este instrumento en todos los procesos de conocimiento humano. Ha sido la curiosidad por la escritura, el afán de los hombres por dejar una huella, una marca, la ilusión por dejar un rastro, el afán de inmortalidad, la pasión por la inscripción, por el archivo, por la vida,
la que conduce a la escritura. Un enfoque comunicativo de la escritura debe movilizar múltiples estructuras para generarla. No se escribe sólo con palabras, con normas gramaticales u ortográficas.
No basta conocer sólo el instrumento hay que pensar más en la función.

Una concepción de la escucha desde una perspectiva comunicacional debe destacar la trascendencia de esta habilidad para la interacción, la comprensión, el ejercicio de lo humano. Sólo en la medida en que nos disponemos, nos preparamos, nos habituamos a escuchar al otro, podemos pedir ser escuchados. Aprender a escuchar es aprender a situarnos en la humanidad, en lo humano: El diálogo.


Un enfoque comunicativo de la literatura debe establecer rigurosos criterios para la selección de los textos, para medir los efectos en los receptores, para comprender las estructuras cognitivas, afectivas, volitivas, estéticas, procedimentales, que puede movilizar en el niño y en el joven. Un enfoque comunicativo de la literatura tiene que superar el uso maniqueo que hasta el momento se ha hecho de esta disciplina, o los criterios simplemente contemplativos, retóricos, excluyentes. La nueva enseñanza de la literatura infantil tiene que concebir al sujeto lector de manera activa, como un ser que puede encontrar en los textos literarios, en los mejores que la cultura haya legitimado, una oportunidad para el placer, la reflexión y la crítica.



Ciertamente que este enfoque comunicativo no puede estar ausente de una didáctica que se conciba también en tales términos. La didáctica en este enfoque tiene que tener también una fundamentación comunicativa. Tanto la formación del docente como la relación con el niño y el joven tienen que desarrollarse desde una perspectiva no magistral, no excluyente, no espontaneista, sino interactiva, dialogante, personalizante, comunicativa.


Finalmente un enfoque comunicativo para la enseñanza de la lengua materna y la literatura no debe dejar por fuera las opciones a las críticas de sus mismas posibilidades. Como actividad compleja la comunicación no esta exenta de fracasos. Un enfoque teórico no es un lugar ni una ocasión para la sanción. La comunicación no debe ser mirada como la panacea frente a todos los demás enfoques. La comunicación es simplemente la consecuencia de un mundo que por la complejidad se ha quedado sin más alternativas. No tenemos más opción que representarnos el mundo, que construir significados que inventar símbolos, que participar, que negociar con nuestros semejantes el contenido de los significados. No tenemos más esperanza que luchar contra los nombres de las cosas que se nos quieren imponer, contra las condiciones en las que debemos hacerlo... Hay que decir esto porque a veces de la comunicación sólo se habla en sentido positivo, y no siempre esta ha sido para el bien, también (o siempre) ha sido para la destrucción.

Dentro de esas opciones críticas de la comunicación podríamos enumerar las corrientes de la filosofía crítica, el psicoanálisis, las propuestas deconstructivas de Jacques Derrida, la arqueología y la genealogía de Michel Foucault , algunas manifestaciones del arte. Históricamente también se podrían citar los fracasos del diálogo, la interacción, la mediación. Al respecto Hans Georg Gadamer anota que una de nuestras grandes oportunidades como seres humanos es el diálogo, pero que es innegable que es también una de nuestras mayores incapacidades.

1 comentario:

Unknown dijo...

estimado maestro:
mucho agradesco el espacio de reflexion que nos comparte.
podria hacerle algunas preguntas a proposito de el tema:
lengua materna
español como segunda lengua
didactica de la lengua indigena
muchas gracias